expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

domingo, 22 de abril de 2012

En este presente resuena un final.




Me quedo en una esquinita mirando tus gestos. Tus aireadas pretensiones, tus rebuscadas cartas de mártir. Me quedo sentadita mientras proclamas mis delitos. Mientras me imputas de los más crueles fallos. Rebuscas en los dobles sentidos, en la ingravidez de los trasfondos, recalcando tus signos de exclamación. Me señalas -colérico-, que soy perversa, canalla, cruel. Me amenazas con lo único que tienes en tu poder, en tus manos, a tu disposición. Empleas la palabra abandono como la advertencia más intimidatoria, más sádica. Desafías a mi respuesta, a mi silencio, a mi autoestima. Sigo atenta a la suplantación de lo que un día fue un motivo para sonreír. No hablo, no me muevo, no replico. Te revuelves iracundo al percibir que no me inmuto con tu monólogo. Pones en tela de juicio, -voz en grito-,  todo lo que en algún momento sentí. Buscas en mi calma impasible un hueco donde mudar tu dolor. Sonríes con maldad, observando mi cuerpo inmóvil. Te devuelvo la mirada con seriedad, sin pestañear ante tu inhumano comportamiento. No sabes bien a dónde redirigir tu absurdo golpe de efecto, tu mentalidad retorcida. Persistes en argumentar mi disparatado plan de reventar tu vida, su sentido, su capacidad de dicha. Carcajeas diciendo que fue fallido, que nunca tuve una oportunidad de tan siquiera intentarlo. 
La fachada engaña a la vista, pero tus manos presas del temblor, te delatan. Estás inquieto, como un asesino al declarar. Intentas anteponer tu inocencia, tu buena voluntad..Interpretando una inmaculada función. Yo sigo en mi rinconcito, siendo testigo de tus últimos momentos en mi malograda vida. De los méritos para conseguir una salida fácil de tu propia estafa. ¿Por qué lo haces?, musita una voz sin verbalizar, ¿por qué calmas tu culpa hiriéndome? Mis labios están sellados, demasiado cansados para volver al juego sucio. Las mentiras ya me saben amargas, demasiado ácidas. Mi pecho ya no llora, está seco, seco como mis ojos. Mis manos no pueden manejar tus designios, tus trueques; se rindieron. La fecha de caducidad nunca estuvo escrita, hasta que tú dejaste que lo nuestro se descompusiera. Porque jamás (¡jamás!) llegó a pesar tanto el amor como hasta hoy. Te equivocaste de torneo, de armas, de razones.. Pero sobretodo, te equivocaste conmigo. Con la realidad que un día te tomó de la mano y te enseñó el cariño.Te cegaste para tu propio egoísmo, para tus propias causas perdidas. Atancando lo que considerabas ataques de mi sinceridad.Lo que eran ayudas para que la suma entre nosotros siempre fuera dos. 
Encuentra motivos del ayer, metas del mañana, y si yo estoy ahí, sabrás como encontrarme. Sabrás conseguirme.Porque en este presente resuena un final, una lamentación tardía y mis pies cruzando la puerta. 
Resolví enterrar tus sombras, tus tormentas, tus fantasmas. Tu destrucción.
Intenté sin lograr cambiar la trama, pero supe atajar tu gastado desenlace.

2 comentarios:

  1. Escribes realmente bien. Me ha encantado tu entrada. A veces a las personas les delata todo lo que muestran a la luz. Cobardía en estado puro. Un saludo y te sigo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Marianne :) Eso es exactamente lo que quería decir, que esas personas cobardes y tóxicas no hacen ningún bien, hay que tener valor y apartarse de ellas.
    ¡Un besazo muy grande!, y gracias de nuevo por leerme y seguirme ^^

    ResponderEliminar