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viernes, 29 de marzo de 2013

"SE VENDE" II



Eva era hija, madre cuando lo requería, amiga a tiempo completo, novia en aprendizaje, amante esporádica. Era todas y era ninguna; no encontraba su lugar. Se transformaba hora en hora en lo que necesitaban, en lo que los demás demandaban, pero nunca en lo que ella quería.
Daba, vivía para dar y jamás para recibir. Nadie sabía por qué, nadie preguntaba qué le había ocurrido para volcarse tanto con otros y no consigo misma. No indagaban, no cuando el beneficio actual podía ser para ellos. Eran egoístas, lo sabía y no los podía juzgar, ¡también quería ser así!

La alegre de Eva.. Tan tozuda, tan singular, tan brava.. Tan ella.

Siempre pensó que su nacimiento fue mucho antes que su alumbramiento. Veintiún años no podían pesar tanto, no podían contener tanto doble fondo. Veintiún años no podían haber creado tantas mujeres en un sólo ente.. Y sin embargo, allí estaba, siendo presa de la decimotercera fémina. Ésa que creó con afán de lucro, ésa que nació entre ambición y menester. No era sólo un cambio interno sino también un requerimiento externo. Su cabello negro había sido oculto por una melena larga, caoba. Fácil de ser confundida por pelo natural. Ya no vestía con recato, pero tampoco con descaro; reclamaba su derecho a ser deseada y no expuesta. 
Por eso no le pesaba el engaño, por eso el sonido del mensaje a media mañana no le supo a remordimiento; porque quien contestaba el "Te adoro" era Eva, era la misma que le ponía motes curiosos con tal de verlo sonreír, era la misma que no necesitaba verlo dos veces para saber qué le ocurría. La otra, la número 13, era la que al soltar el móvil se dirigía a la puerta y abría con una sonrisa provocativa. Era la que llevaba un vestido verde -verde esperanza, claro- y tacones que no parecían tener fin. Sus labios eran llameantes, rojos, brillantes, como las fondos del tártaro. Capa tras capa, tapando su estado, o tal vez enseñando su repercusión.

+"Pasa, al fondo a la derecha está el baño. Vete quitando la ropa y aseándote, ahora mismo estoy contigo."

Su voz no era su voz, su olor no era su olor, su puesta en escena era un cambio. Uno en el que no se permitía los fallos -ésos que le podían hacer recular-. Sabía de sus razones y a ello se agarraba, no necesitaba más. ¡Que la gente viera su falacia de otro modo no era importante!,  ¡que su familia creyera en una realidad distinta no era significativo! Si al fin y al cabo la ficción la contemplaba ella, la sentía ella. Podía ser dueña, única poseedora, de ese disparate. 

+"Túmbate ahí, boca abajo, déjate llevar."

Luz tenue, aroma a canela, dedos manchados de aceite. Un ritmo constante, presionando con suavidad.. Primero las piernas, producto desgastado de la edad, más adelante las nalgas, la espalda.. y finalmente el cuello, horizonte de unos mechones grisáceos.

+"Date la vuelta, cariño."

"Cariño". Su nueva adquisición. Daba pomposidad a una frase tan repetida, daba confianza fingida a dos desconocidos. Mas, de fraude trataba ese negocio. 
Mientras las palabras brotaban de sus labios, aquel hombre -seguramente esposo, padre, hermano y gran empresario-, dejaba ver su torso, su deseo, su apetencia..Su carencia. Ella, sin dejar de mirarlo directamente a los ojos -esos que rebosaban carne, fuego-, se levantó y con un simple toque se deshizo del vestido. 
Al suelo cayó su ultraje, a la vista quedó su ofrenda. Su ofrenda a Eros, al oficio y a ese amante que la precisaba.
Nuevos roces, pesquisas, caricias en la parte interna de sus muslos.., un saber dar en la cantidad justa. El trastorno lo delata. Su juventud le aturde, le excita, la respiración entrecortada EXIGE continuidad. 

Se origina la tormenta. 
Él toma lo que por un puñado de recursos es suyo. 
No quiere esperar, no quiere preliminares. 

Es feminidad tersa lo que anhelan sus anzuelos, es sumisión lo que desespera su energía, es orgasmo lo que busca su sexo. El orden del mando cambia; con rudeza la incapacita. Su peso, su requisito la comprime... y por fin, con las manos en sus muñecas, la toma. La penetra sin contar con el dolor que intenta aflorar en sus puños, la embiste como un animal sin restricciones. Agarra sus pechos, la arroja a sus turbulentas penurias. Piensa en su mujer, frígida desde hace más de 10 años, de su hijo, niño malcriado, de su empleo, arrancándolo de las entrañas de la vida hace tantos abriles.. Eva recibe sus arremetidas furiosas desde otro lugar del mundo, desde la orilla de una isla solitaria. Medita sobre aquel "¿qué serás? ¿En qué quedarás después de esto?" de las fauces de su amado -cuánto, cuantísimo lo quería-. NO. No puede permitirse aquello.
Explota la burbuja, el calvario la llama. Su cara le avisa del pronto clímax.
Aspiraciones frenéticas, tensión, bramidos..., y caída. Se desploma sobre ella, le corta el aliento, pero no protesta (¿de qué sirve?)..., aún es de su propiedad.
El reloj anuncia 10 minutos previos a su libertad, a esa libertad atada a otros seres.

Porque Eva, la pequeña Eva, la gran Eva, en esa habitación era hija, madre, amiga, novia, amante.. Y prostituta. Todas en una, todas la acompañaban a no estar sola. No tenía lugar, no, pero allí, en esas cuatro paredes ambientadas en el capricho, tenía nombre. La decimotercera mujer, un puente a sus empeños, un paso más para encontrarse.


6 comentarios:

  1. Impresionante relato. Me ha encantado! Sigue así :)
    Un abrazo :3

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    1. ¡Gracias, Utopía! ^^ Quería escribir algo fuera de mi corriente, y espero haberlo conseguido.

      Un besazo.

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  2. Madre mía, me encanta de verdad. Sigue así, me encanta leerte :)

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    1. Y a mí me encanta saber que te gusta, Anónimo, no sabes cuánto :)

      Un abrazo grande, grande.

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  3. Ya que te pasaste por mi blog, ahora me paso yo por el tuyo. Y debo decir que aunque al igual que yo estuviste desaparecida un tiempo, el talento tampoco se fue. Sigue escribiendo así de bien. Me encantó esta historia y me encanta leerte.
    Un besazo y nos leemos!! :)

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    1. Aprecio mucho tus palabras, Xely, te agradezco que hayas pasado por aquí, de verdad :) Seguirémos leyéndonos, sin dudarlo.

      Un beso enorme.

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