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jueves, 8 de diciembre de 2011

Pequeños paraísos.



Yo conozco los mejores lugares del mundo,he vivido en ellos.
Pequeños paraísos bañados por un perfume siempre familiar.Yo y solo yo he tenido el monopolio de su localización.
Cuando estás allí te contagian calor,seguridad,te sientes indispensable.Todos en el mismo lugar concentrados,con un nombre que solo yo sé.
Recuerdo el primero de todos,seguramente el más importante.Donde dos se convertía en uno,donde el entorno se hacia invisible.Ése,el hueco entre sus brazos,el espacio hecho a mi justa medida.Confortable,dulce,diferente.Con un toque de dependencia.
También,encabezando la lista,está el ángulo perfecto de su cuello.Tierno descanso o en ocasiones,cárcel de eternas despedidas.Suave,exquisito.
Seguido por la indómita zona de sus manos,de la fortaleza de su espalda y la curva de sus caderas.
No podría ,sin embargo, describir cada uno de los lugares que quisiera,sin que me faltara papel o tiempo.
Pero hay uno que no puedo ni debo pasar por alto.Demasiado magnifico,increíble,adictivo.
La entrada a un cielo terrenal,llena por un interior de éxtasis y adrenalina.Su boca.Manjar de dioses,y tentación indecente.Quizá construida por Satán para reclutar nuevos discípulos,y si esa fue su idea,desde luego yo seré quemada feliz en el más crudo infierno.
No hay,ni habrá,repito,nada que se le parezca a estos paisajes.
Pero si hay algo realmente desquiciante en toda esta maravilla,es que no volveré a pasear por aquellos lares.Nunca más.Y duele,como la perpetua marca de una quemadura de tercer grado.
Sólo me queda soñar con días felices,y con lugares irrepetibles,ahora ya lejanos.

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