expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

martes, 1 de noviembre de 2011

Noche.



Desperté sobresaltada,bañada en lágrimas y sudor.Intenté respirar con tranquilidad,y con mucho esfuerzo me senté apoyando la espalda en la pared,me hice un ovillo y rodeé mis brazos sobre las piernas.Hacía un calor sofocante pero necesitaba sentir que no me estaba haciendo pedazos,que mi cuerpo seguía siendo uno solo.Miré el reloj, cinco y cuarto de la mañana,hubiese jurado que era ya de día.Me levanté y busqué algo de agua para deshacer el nudo que todavía tenía en la garganta,pero mis ojos se encontraron antes con otra cosa.Mi diario.Lo abrí y ojeé las últimas páginas,una punzada de dolor se propago en mi cuerpo.Lo eché en el fondo de un cajón que muy pocas veces abría.Me acosté de nuevo,ignorando la sed y el llanto,cansada de tanta pena.Era increíble como la tristeza tenía una fuente inagotable de desgaste.Rodé hacia el lado derecho quedando de lado,acurrucada.Miré hacia la ventana y observé la noche,tan negra,tan silenciosa.¿Cuánta gente había en ese momento sufriendo por amor?Seguro que miles de personas,y sin embargo no reconfortaba saberlo.¿En qué ayudaba?Quería que pasara el dolor,y que fuera cuanto antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario